La educación pública superior en México está organizada en los siguientes subsistemas: instituciones de educación públicas federales (9); universidades estatales (34); universidades públicas estatales con apoyo solidario (23); institutos tecnológicos federales (25); universidades politécnicas (50); universidades tecnológicas (99); universidades interculturales (13); centros e institutos de investigación (12); escuelas normales (261); instituto nacional de bellas artes y literatura -INBAL- y otras instituciones más. Para fines de esta nota, interesa hablar exclusivamente de los resultados de las negociaciones contractuales y salariales de los sindicatos académicos de las universidades estatales del presente año.

Desde sus orígenes, los sindicatos académicos de las universidades estatales nacieron con estructuras muy diversas. Esta diversidad estructural se debió a que la reforma del artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1980 prohibió a los universitarios organizarse en un solo sindicato de carácter nacional. Por más esfuerzos que llevaron a cabo los trabajadores docentes por constituir un sindicato nacional, que implicaba contar con un solo estatuto, un contrato colectivo de trabajo y un tiempo de negociación salarial y/o contractual, no fue aprobada esta iniciativa por el H. Congreso de la Unión, con lo cual dejó la puerta abierta para que los trabajadores académicos de cada institución hicieran uso del derecho a asociarse sindicalmente. Esta negativa puso en evidencia la pretensión de Estado mexicano de dividir a los trabajadores universitarios de la república, con el propósito de restarles fuerza a sus demandas, que reclaman mejores condiciones de vida.

Lo anterior explica el por qué y el cómo surgieron los sindicatos universitarios estatales con estructura muy variadas en: estatutos; contratos colectivos de trabajo; fechas de emplazamientos a huelga y estallamiento de la misma, cuando no se llega a un acuerdo entre autoridades universitarias y trabajadores académicos de la respectiva institución; trato desigual de las instituciones por parte de la federación y los estados, ya sea por su tamaño en alumnos y profesores o por el peso específico que representa a nivel político; división de los trabajadores universitarios en la gran mayoría de las universidades entre administrativos y académicos; firmas de conjuración de huelgas, que ponen fin al conflicto; demandas de incremento salarial distintas y diversos modelos de negociación. Los sindicatos universitarios son tan diversos, que difícilmente se puede pensar en unificarlos legalmente en puntos tan esenciales como el establecimiento de una fecha de negociación contractual y salarial y el estallamiento de huelga, en caso de que no se llegue a un acuerdo razonable entre éste y su institución.

Este modelo de sindicalismo universitario está en la mesa de discusión de las confederaciones, coordinadoras y federaciones sindicales que aglutinan no sólo a los gremios de los trabajadores de las universidades estatales, sino también a organizaciones sindicales de otros subsistemas de educación pública superior. Desde la perspectiva sindical, el tema principal que se ha tratado en diferentes foros es el de unificar una sola fecha de estallamiento de huelga, siempre y cuando no quede más opción a los sindicatos de hacer uso responsable de ella. Ligado a lo anterior, es necesario que los gremios universitarios promuevan uno de los valores esenciales del sindicalismo que es la solidaridad inter y extra sindical, pues sólo ésta será la clave para avanzar en la modificación de este modelo sindical que ha propiciado su dispersión.

A diferencia de la dispersión y desigualdad sindical anteriormente señalada, la federación y los estados han mantenido una política de financiamiento restrictivo al salario de los trabajadores universitarios, la cual ha ido en detrimento de las condiciones de vida de estos trabajadores, pues, los mentados incrementos salariales de cada año no logran estar a la par con los niveles de inflación ni mucho menos por encima de ella, por lo que cada año la brecha entre el salario y su capacidad de compra se vuelve más profunda. En la era de los topes salariales, la pérdida del poder adquisitivo del salario es superior al 80% y por ningún lado se vislumbra un programa de recuperación.

Para corroborar lo anterior, los sindicatos del personal docente solicitaron incrementos superiores, a sabiendas de que la Federación, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público volvería a topar el salario de estos trabajadores. En efecto, la mayoría de los gremios académicos no les quedó más remedio de aceptar el tope salarial del 3.4%, porcentaje inferior a la inflación que fue superior al 6%. Es más, ni siquiera este incremento estuvo a nivel del que determinó la Comisión Nacional de Salarios Mínimos para 2018, el cual fue del 3.9%. En la siguiente imagen puede apreciarse la reflexión que se ha expresado.

NEGOCIACIONES CONTRACTUALES Y SALARIALES 2018